viernes, 30 de septiembre de 2011

Ernesto Carrión


Ernesto Carrión | Guayaquil, 1977 | Es autor de La muerte de Caín, cuarteto formado por los poemarios: El libro de la desobediencia, Carni vale, Labor del extraviado y La bestia vencida (CCE, 2007), que es, a su vez, el primer volumen de una trilogía única titulada Ø. Del quinteto Los duelos de una cabeza sin mundo, han aparecido: Fundación de la niebla (Cascahuesos editores, Perú, 2010), Demonia factory (Zignos, Perú, 2007; Eskeletra, Ecuador, 2008; Limón Partido, México, 2009), Monsieur Monstruo (Ed. de autor, Ecuador, 2009) y Los diarios sumergidos de Calibán I (Doble Rostro editores, Ecuador, 2011). Además ha publicado: Toma esta cabeza mestiza por donde rodará un dios judío (Santa Muerte cartonera, México, 2008), la plaquette Los diarios sumergidos de Calibán (Conaculta, México, 2009), Bóveda 66 (Matapalo cartonera, Ecuador, 2010; Mantis editores, Guadalajara, 2011) y Ghetto americano (Catafixia editores, Guatemala, 2010). 
Ha sido Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2002), Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín (2007), Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade (2008), Finalista del II Certamen Hispanoamericano de Poesía Festival de la Lira (2009) y Becario del Fonca y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (2009).
 

DESCONSTRUCCIÓN DE PESSOA

Tras las máscaras máscaras me acechan.
Álvaro de Campos



El comienzo es siempre una simiente que mejora el crimen y el silencio.

O sobre el pecho, esta escalera de mundos que no llegan a ninguna puerta,

a ninguna cerradura. Que demoran mi temor de no morir ajeno,

por no decir que el tiempo me visita.

Vivir consigo mismo es tan difícil,

cuando lo único cierto es un tambor de pieles que los otros rompen

para levantar sus voces. La majestad del hueso, que asienta su cardumen,

sobre el podrido eje de una tierra fría.

¿Pero sabrá el otro, que enarbola su canto desde las entrañas,

que yo también existo?                         ¿qué también yo canto?

Aunque la realidad no puede ser el otro,

porque sé que tampoco soy yo mismo: un espejo astillado bajo la luz caliente...

Y la poesía, obra pura que derrota mi lugar en este sitio.

HERMOSO MONSTRUO. Reflejo fiel del ser humano que no construye

ni destruye nada. Acaso tú, la más segura de las máscaras que tuve,

la más desvergonzada; no terminarás siendo otra cuando alguien

pase tus páginas sin entenderte.

Cuando alguien piense este canto, para todos.

LAUTREC EN MONTMARTRE
(imitación de la vida)

no habrá entre nosotros punto medio. No habrá intervalo, equilibrio o medición del sujeto por ninguna parte. Mira qué pálidos contornos trazan tus pezones en mi barba, con un sabor parecido al de la grosella, que sólo en ciertas mujeres (núbiles y coronadas por el miedo) existe para extirpar la hombría.
mira la copa digna de vencerme, y las peras de la luna que no conocerán los olmos.
la cordura que los otros piden. La calma y contrapeso, igual en la bebida, el ejercicio, la labor o el odio. (igual en el amor, que miente y miente, porque no adora su asfixia en los excesos)
ríete baronesa; y muévete conmigo al compás de la sangre hirviendo en las crestas de los gallos.
ríete, que sólo los extremos son reales. Que el bien o el mal, la castidad o la impudicia, serán siempre amuletos de la piel deshecha…
ríete y recuerda, baronesa, que todo lo que en cuerdas balancea, sólo puede ser hipocresía.
deudas que lamentan lo que somos, calladas como están. 
HERREROS Y ALQUIMISTAS
[VII]
el mar existe. Y el cielo puro que cruje entre el cemento. Así la lluvia existe, y la débil danza de su aguja que va deshilachando cada sombra, que por eso dura. Y dios existe; pero igual que un gran artista de maravillosas dotes, nada tiene que ver él con su obra. Pero yo, que sólo me contemplo en el cuerpo que se apaga. Entre la multitud que asienta y que acongoja; que beso las criaturas que después no son, también existo. Yo, que he visto a las garzas nevando sobre los manglares, bebiendo la carroña del estero, iluminando las aguas detrás de nuestras casas, donde nuestro grupo humano estudia, palmo a palmo, esa moral y ese excremento que nos hace. Yo, que aún sueño poseer los mil discursos que habrán de derrotarme. Y me digo, por un día siquiera, sería bueno ver las cosas en su origen. Sería bueno que los caminos opuestos fracasaran una vez en calma. Por un día siquiera, sería bueno que el anverso y el reverso no estorbaran. Ver las cosas como hubieran sido. Porque sé que he terminado como todos, siendo el hombre que jamás deseé.

domingo, 24 de julio de 2011

CARLOS LUIS MUSSÓ


(Guayaquil, Ecuador, 1970) Estudió letras en Guayaquil y Quito. Es autor de los poemarios El libro del sosiego (1997), Y el sol no es nombrado (2000), Propagación de la Noche (2000), Tiniebla de esplendor (2006), Las formas del círculo (2007), Minimal hysteria (2008), Evohé (2008), Geometría moral (2010) y Cuadernos de Indiana (2011).  Cinco veces premio nacional de literatura, en los géneros de poesía y novela. Coautor de Esquirla doble (2008), y corresponsable de Tempestad secreta, muestra de poesía ecuatoriana contemporánea (2010). Obtuvo una beca de creación (Almería, España). Se desempeña en el periodismo –como cronista y crítico–, y en la cátedra universitaria. 

AJEDREZ


64 escaques, un tablero. Tú de ébano ciego, yo de hueso-color. Te mueves en todas direcciones, pero tu abalorio recibe mi agujazo de hormigas. Los cuadros han medido tu silencio con un toque de incienso entre tus rodillas; y el peón adivina su salto diminuto sobre el tablero (PxT). Tus torres se desladrillan en la diagonal de su cruz cuando entro en tu mezquita de rodillas (PxA): aves de plumaje sin colores vuelan sobre el alfil mientras el caballo en celo revienta su casco de marfil en el coito de las laderas en ele, en forma de ele  (PxC). Poco falta para el sangrado del cielo aunque lucho y venzo en el enroque (0-0-0). Son míos el susurro de los espacios, ese jardín incauto, el surco obediente de la espalda. El empeine de tu pie, a solo un casillero de mi lengua ofidia (PxP4R). Culpas a la almohada de tus dolores –te ensañas con ella a mordiscos y lametones-. Pero no has caído en cuenta: somos ya un monstruo de doble espalda con fuegos de sal en el núcleo (P5D+).
Cojea nuestro aliento en este juego de reyes. Mi ariete embiste/ barrena las carnes/ incursiona en la memoria/ se duele en ti/ nos inunda pues tu saliva lo festeja y lo corona –peón por reina-. El surco está abierto para las tablas: nadie sabe de quién es la victoria (PxR++).  Nadie sabe de quién, el jaque mate.  

DE DÓNDE SON LOS CANTANTES
(Severo Sarduy/ 1937 - 1993)

En tus gestos, y como escrito sobre un cuerpo, hay un big-bang que estalla en miles de colibríes. Y en tus ojos, las luces del cocuyo reverberan hasta convertirse en variaciones del tema de un poeta antiguo, o sobre un son de aquellos que ya no cantamos más. Es como si recordáramos la letra de una vieja canción. Que de dónde son los cantantes/ que hay un nombre seguido de dos fechas encerradas en un paréntesis/ que sobre las baldosas escaqueladas de la cocina bailamos un minué y fumamos un cigarro recién enrollado después del amor.
Ya no veo las torres del Ingenio. Las voces de antiguas huestes persisten en pisar nuestros talones. Esas huestes que siguen ansiosas en convertirse en un remolino de jengibre; no en una espiral de colillas de cigarro y latas de cerveza amarga.
Es como si recordáramos la letra de una vieja canción. Que lágrimas negras/ que hay cifras más frías que un verso cojo/ que sobre las baldosas escaqueladas de la cocina jugamos una partida interminable de ajedrez.
Me acompañas al basural, e imitas con la figura a un desnudo de Modigliani. En tus gestos, y como escritas sobre un cuerpo, no están las torres del Ingenio. En su lugar, se halla Eiffel frente al espejo mientras erige una silueta de hierro que se recorta contra el cielo de azafrán. Y cantando De dónde son los cantantes, entre cocuyos cristalizados que se internan en el bosque ciego de tus ojos.  

REMEMORACIÓN
(Cfr. Historia de la eternidad)

Después de aquella noche (la de luna preñada, por más señas) en que pronunciamos al unísono el dolor y la herida en nuestros cuerpos, y en la que anegamos una terrible canción en ciénagas y resuellos (aferrados, ambos, con los dientes), me negaste siete veces.
Recordé los hielos escandinavos. Esperé a que los lobos engulleran al sol y a la luna y pisé fuertemente el puente de la nave que me llevaría lejos –muy lejos-; aquella nave construida con uñas de muertos y con pretensiones de trasatlántico o trirreme. Sentí la fuerza quebrada en mis rodillas, un humor vacío en el sexo y dos marcas color marrón (una en la nuez de Adán, otra en el hombro) que me estrangulaban. Pisé fuertemente sobre el puente de la nave, la que sería un abismo dispuesto a abrirme su secreto. Y viajé en aquella nave. Aquella nave pesada como tierra curada con uranio. Aquella nave construida con mis propias uñas.

sábado, 5 de marzo de 2011

El GRUPO MADRUGADA

por Armando Arteaga

Alguna vez conversando con el poeta ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, me refirió que otro poeta paisano suyo, Galo René Pérez, del grupo Madrugada, había escrito un ensayo acerca de la obra poética de César Vallejo. J.E. Adoum y Galo René Pérez, habían realizado de jóvenes la obligada bohemia de poetas en las ciudades de Quito, Guayaquil y Cuenca, en sus “locos” tiempos de estudiantes universitarios. Habían activado literariamente y publicado la revista “Madrugada”, que más tarde va a dar nombre al Grupo Madrugada: que es tal como Cristóbal Garcés Larrea los ha juntado orgánicamente a este grupo de poetas en su famosa “Madrugada * Antología Poética”.

Los poetas del Grupo Madrugada como puede verse son originarios de todas las regiones del Ecuador, aunque el acontecer poético de su revista “Madrugada” estaba en Quito, como lo estaban también las revistas: “Elán” en Quito, “Hontanar” en Loja, y “Nosotros” en Guayaquil. Me toca ahora dar algunas impresiones sobre mis lecturas de algunos de los poetas del Grupo Madrugada. 

Empezaré por César Dávila Andrade, que nació en Cuenca en 1918, y que ha trabajado temas muy cercanos a mi experiencia personal. Textos como “Oda al Arquitecto (Quito, 1945) y “Espacio, me has vencido (Quito, 1946), tienen para mi una especial consideración (por defecto profesional). Algunos de sus poemas son de limpia escritura como “Penetración en el espejo”, que son destellos de un albur de nuestro lenguaje latinoamericano, enfrentando nuestros inútiles narcisismos provincianos, que muchas veces nos han llevado a torpes contradicciones, y a vanas equivocaciones. Dueño de un lenguaje fuerte, de una sola matriz andina, del hombre proteico actual, enfrascado de diversas penurias sociales, para entender ese poema de unidad y de integración, tan impetuoso que parece un informe desaforado de la rabia: “Boletín y elegía de las mitas”, donde están tantos nombres y tantas personas muy cerca de nuestras historias cercanas de países hermanos, escenas parecidas de la vida real. Siempre he sentido la poesía de Dávila Andrade muy cerca de mis verdades.

La poesía de Alejandro Velasco (Guayaquil, 1920), siempre me ha llevado a los olores, sabores y sinsabores, de todo lo que tiene que ver con la región del Guayas. Sus “Cuadernos del Guayas” y sus “Romanceros del Guayas”, me han despertado siempre en la realidad de esta latitud hispanoamericana. El Che, observado como un jaguar; o Eloy Alfaro, el viejo luchador, observado también como un hombre sencillo que miraba el mar, sencillamente: un rebelde con causa.

En fin, podría hablar esta noche de otros poetas como Tomas Pantaleón, Eduardo Ledesma, Enrique Noboa Arizaga, Miguel Augusto Egas, reconocerme en esa “dimensión de la ausencia”. Decirles que admiro la poesía de Galo René Pérez, vallejiano, imagen súbita de llama azorada. El “insomnio” de Edgar Ramírez Estrada no me ha sido nada extraño. La “ciudad nocturna” y “los oficios ajenos” de Rafael Díaz Ycaza han sido siempre mis botellas al mar. En el “polvo herido” de Cuenca descubrí una tarde la poesía de Eugenio Moreno Heredia, llena de misterio y de humanidad. Tal como me gusta el “pasillo” cuencano, soy seguidor desde hace buen tiempo de la poesía de Jacinto Cordero Espinoza y de Efraín Jara Idrovo, incursionando muchas veces en la sal intacta, y hasta en “La Noche Estevada” de los diversos abismos que nos ha mostrado también la poesía de Teodoro Vanegas Andrade. Como ven, con mi espíritu piurano, siempre he “madrugado” para leer al Grupo Madrugada, para escuchar el eco de la persistencia de su poesía.

Por último, hice esta Bibliografía* acerca del Grupo Madrugada como un testimonio de mi respeto y admiración por el Grupo Madrugada, para sistematizar estudios más complejos acerca de este importante segmento de la poesía ecuatoriana. Pero no terminaré, sin despedirme, diciendo que como hombre solar de estos tiempos yo también he soñado “Entre Marx y una mujer desnuda”. Se lo he dicho personalmente al poeta Adoum, quien de alguna manera ha dejado siempre en mí esa “corazonada”, en esa necesidad urgente de elevar mi “ser desangustiante”, de esta fiebre que provoca el calor humano y la sinceridad de las palabras con las que nos comunicamos entre nosotros. De entender, por fin, que somos pueblos hermanos, que somos al fin de cuentas una sola cosa: poetas. Permitanme recordar a Manuela, mientras yo viaje a través de la "pólvora" de las palabras:

Duermes dorada y desguarnecida, sitio

de mi próxima batalla. Igual duerme

el continente: el amor en reposo, lomo

animal en la espuma.

(Si esa noche -melosa

hamaca la noche de Jamaica- la cuchillada a ciegas

me hubiera hallado de perfil el corazón, no te habría

encontrado, y solo habría sido decepcionante

cadáver incompleto, mitad de asesinado).

Pero esta noche, tú bocabajo -yegua al galope

arrancándole al sometimiento los frenos en pedazos-

me abandonas tu dura rosa hendida, no hay

peligro, y mi destino en ti tiene lugar.

Tú bocarriba -nave que arremete

su proa contra el viento injusto-

me confías tu tajamar de pelo, y no hago la paz:

yo sé que ambos, continente y muchacha, no están

en retirada: acumulan revueltas bajo el sueño,

sedes sin prisa por saciarse, sangres maniatadas,

y estallarán pidiendo más combate al desayuno.

(...)

Afuera sigue la ciudad y yo renuncio

a su fulgor debajo de tu lengua. Parezco

triunfador y rehén tu campamento: allí

se me adhiere tu venda de muslo fiel

y urgente, y me muerde tu llama:

ocupación de un adiós en vacaciones.

La historia se quedó en el traje, tirada

por la noche en una silla, pero desnudos

sólo quiero ese nombre que te oigo con la boca,

sólo la intermitente estatua a dos ombligos

y ese mapa de venas donde no me extravío.

Contemos en la mañana las condecoraciones

que nos dejó la noche con sus mordeduras,

cúbrelas con el despojo usual de mi camisa,

vísteme de solitario, de viudo, de soltero,

y devuélveme a los demás (anoche me olvidé

de su abstinencia al entrar en tus anillos),

y niéguenme tus abras, écheme

tu forma, rehágase con una sola espalda.

Y que pueda yo salir -lunes de cada día- a completar

la libertad entre los dos, cópula apenas comenzada.


Y, los poetas, hemos madrugado –desde siempre- al alba, por el respeto a las libertades y por una mejor manera de vivir en paz, entendiéndonos en una amistad sincera y en poesía, siempre. Muchas gracias.
*Bibliografía del Grupo Madrugada:

CÉSAR DÁVILA ANDRADE (Cuenca, 1919-1967)

Poesía: Oda al arquitecto (Quito, 1946); Espacio me has vencido (Quito, 1947); Catedral salvaje (Caracas, 1951); Boletín y elegía de las mitas (Cuenca, 1956); Arco de instantes (Quito, 1959); En un lugar no identificado (Mérida, 1963); Conexiones de tierra (Caracas, 1964); La corteza embrujada (Caracas, 1966); Materia real (Caracas, 1970); Poemas de amor (Caracas, 1972). Cuento: Abandonados en la tierra (Quito, 1952); Trece relatos (Quito, 1955); Cabeza de gallo (Caracas, 1966); Obras completas (Cuenca, 1983); Poesía, Narrativa, Ensayo (Biblioteca Ayacucho, No. 191, Caracas, 1993). Antologías: El nuevo relato ecuatoriano (Quito, 1951); Muestra de poesía cuencana del siglo XX (Cuenca, 1971); Antología del relato ecuatoriano (Quito, 1973); Antología del cuento ecuatoriano (Lima, 1974); Los de Elan y una voz grande (Guayaquil, s.f.); Madrugada: una antología de la poesía ecuatoriana (Guayaquil, 1976); Lírica ecuatoriana contemporánea (Bogotá, 1979); Poesía viva del Ecuador (Quito, 1990); La palabra perdurable (Quito, 1991); Así en la tierra como en los sueños (Quito, 1991); Cuentos hispanoamericanos/ Ecuador (1992); Cuento contigo (Guayaquil, 1993); Antología de la poesía hispanoamericana moderna (Caracas, 1993); Veintiún cuentistas ecuatorianos (Quito, 1996); Antología básica del cuento ecuatoriano (Quito, 1998).

ALEJANDRO VELASCO (Guayaquil, 1920)

Poesía: Tierra Nueva (Guayaquil, 1952, prólogo P. Aurelio Espinoza Pólit); La Alfarada (Guayaquil, 1975, un largo poema con la heroica figura de don Eloy Alfaro); Romancero de Guayaquil (Guayaquil, 1975). Revistas: Cuadernos del Guayas.

TOMAS PANTALEON (Guayaquil, 1920)

Poesía: Dejad que muera el odio (Guayaquil, 1949); Sangre Hendida (Guayaquil, 1959). Antología: Nuestra Poesía Joven (Guayaquil, 1953)

EDUARDO LEDESMA (Loja, 1920)

Poesía: La Muerte en los Signos (Loja, 1947); Memoria de la Sangre ((Quito, 1955); Habitante sin Tregua (Quito, 1955).

ENRIQUE NOBOA ARIZAGA (Cañar, 1920)

Poesía: Epopeya del pueblo mártir: tres cantos a Lídice (Cuenca, 1944); Orbita de la palabra iluminada (Quito, 1947); Ámbito del Amor Eteno (Cuenca, 1948); Imágenes Cautivas (Portoviejo, 1961); Morada y perfil de la canción frutal (Quito, 1963); y Biografía Atlántida (Quito, 1967).

MIGUEL AUGUSTO EGAS (Guayaquil, 1923)

Poesía: Dolor Adentro (Prov. Del Oro, 1975). Revistas: Letras del Ecuador y Cuadernos del Guayas.

GALO RENÉ PEREZ (Guayaquil. 1923)

Poesía: Poemas de Octubre (Quito, 1946); Revistas: Fundó con Galo Recalde la revista “Madrugada”. Ensayos: Desvelo y vaivén del navegante (Quito, 1949); César Vallejo, Poeta de América (Quito, 1956); Tornaviaje (Quito, 1958); Cinco Rostros de la Poesía (Quito, 1960); La Poesía Viviente de Withman” (Quito, 1966); y Pensamiento y Literatura del Ecuador (Quito, 1972).

EDGARD RAMIREZ ESTRADA (Guayaquil, 1923)

Poesía: Canción de la Perfecta Estancia (Quito, 1947); Derrumbe (Guayaquil, 1969); Con la piel afuera (Guayaquil, 1970); y Por las paredes del embudo (Guayaquil, 1974).

RAFAEL DÍAZ YCAZA (Guayaquil, 1925)

Poesía: Estatuas en el mar (1946); Cuaderno de bitácora (1949); Las llaves de aquel país (1954); El regreso y los sueños (1959); Botella al mar (1965); Zona prohibida (1972); Señas y contraseñas -antología- (Guayaquil, 1978); Mareas altas: canciones y elegías (Guayaquil, 1993). Novela: Los rostros del miedo (Guayaquil, 1962); Los prisioneros de la noche (Quito, 1967). Cuento: Las fieras (Guayaquil, 1952); Los ángeles errantes (Guayaquil, 1958); Tierna y violentamente (Guayaquil, 1970); Porlamar (Guayaquil, 1977); Porlatierra (Quito, 1978); Prometeo el joven y otras morisquetas (Quito, 1986). Antologías: El nuevo relato ecuatoriano (Quito, 1951); Pensamiento y literatura del Ecuador: crítica y antología (Quito, 1972); Antología del relato ecuatoriano (Quito, 1973); Cuento ecuatoriano contemporáneo (s.f.); Madrugada: una antología de la poesía ecuatoriana (Guayaquil, 1976); Lírica ecuatoriana contemporánea (Bogotá, 1979); Poesía viva del Ecuador (Quito, 1990); La palabra perdurable (Quito, 1991); Así en la tierra como en los sueños (Quito, 1991); Cuento contigo (Guayaquil, 1993); Antología básica del cuento ecuatoriano (Quito, 1998); Cuento ecuatoriano de finales del siglos XX (Quito, 1999)

EUGENIO MORENO HEREDIA (Cuenca, 1926)

Poesía: Caravana de la noche (Cuenca, 1945); Clamor del Polvo Herido (Cuenca, 1949); Poemas de la Paz (Cuenca, 1956); Baltra (Cuenca, 1960); Poemas para Niños (Cuenca, 1963); Ecuador, Padre Nuestro (Quito, 1968); Antología (Cuenca, 1975). Revistas: Altazor y Elán (Cuenca).

JACINTO CORDERO ESPINOSA (Cuenca, 1926)

Poesía: El Canto del Destino (Cuenca, 1948); Poema para el hijo del Hombre (Cuenca, 1954); Despojamiento (Cuenca, 1956) y Volviendo a los Padres (Traducción al Quichua de Manuel Muñoz Cueva) (Cuenca, 1956).

EFRAIN JARA IDROVO (Cuenca, 1926)

Poesía: Carta en Soledad Inconsolable (Cuenca, 1946); Tránsito en la Ceniza (Cuenca, 1947); Rostro de la Ausencia (Cuenca, 1948); y Dos Poemas (Cuenca, 1975).

TEODORO VANEGAS ANDRADE (Cuenca, 1926)

Poesía: Estación del Abismo (Cuenca, 1949); Ubicación del Hombre (Cuenca, 1951); Tres poetas ecuatorianos: Jacinto Cordero Espinosa, Eugenio Moreno Heredia y Teodoro Vanegas Andrade (Cuenca, 1965); y Señales de la Erranza (Quito, 1969). Novela: La Noche Estevada.

JORGE ENRIQUE ADOUM (Ambato, 1926)

Poesía: Ecuador amargo (Quito, 1949); Notas del hijo pródigo (Quito, 1951); Los cuadernos de la tierra: I. Los orígenes. II. El enemigo y la mañana -Premio Nacional de Poesía- (Quito, 1952); III. Dios trajo la sombra -Premio Casa de las Américas- (La Habana, 1960). IV. El dorado y Las ocupaciones nocturnas (Quito, 1961); Relato del extranjero (Quito, 1953); Notas del hijo pródigo (Quito, 1959); Yo me fui con tu nombre por la tierra (Quito, 1964); Informe personal sobre la situación (Madrid, 1973); No son todos los que están -antología personal- (Barcelona, 1979); El tiempo y las palabras -antología personal- (Quito, 1992); El amor desenterrado y otros poemas (Quito, 1993); Antología (Madrid, 1998); ...Ni están todos los que son -antología personal- (Quito, 1999). Teatro: El sol bajo las patas de los caballos (Quito, 1972) y La subida a los infiernos (Quito, 1981). Novela: Entre Marx y una mujer desnuda -Premio "Xavier Villaurrutia"- (México, 1976); Ciudad sin ángel (México, 1996); Los amores fugaces: memorias imaginarias (Quito, 1997). Ensayo: Poesía del siglo XX (Quito, 1957); La gran literatura ecuatoriana del 30 (Quito, 1984); Sin ambages (Quito, 1989); Poesía viva del Ecuador -antología- (Quito, 1990); Ecuador: señas particulares (Quito, 1997); Guayasamín: el hombre, la obra, la crítica (1998); Mirando a todas partes (Quito, 1999). Antologías: Madrugada: una antología de la poesía ecuatoriana (Guayaquil, 1976); Poesía viva del Ecuador (Quito, 1990); La palabra perdurable (Quito, 1991).

CRISTOBAL GARCES LARREA (Guayaquil)

Ensayos: Tres Poetas Ecuatorianos: Medrano Ángel Silva, Jorge Carrera Andrade y César Dávila Andrade (Bogotá, 1950/ Buenos Aires, 1956); Una Visión de la Poesía Ecuatoriana (Mérida, 1960); Antologías: Narradores Centroamericanos; Cubanos, Colombianos, Peruanos, y Brasileños (Ariel, Guayaquil, 1974 y 1975); Antologías: Voces Poéticas del Ecuador (Publicación de Horacio Hidrovo Peñaherrera, Portoviejo, 1975). Fundador del Grupo Madrugada. Revistas: Madrugada, Cuadernos del Guayas, y Ecuador-Poesía.

(Congreso “La Literatura Ecuatoriana Actual”,  Universidad de Loja-Educación, Loja: 3-5 de Abril del 2001).