De: TERRA IGNEA
http://www.terraignea.blogspot.com/
Friday, Junio 25, 2010
Aproximación a la literatura y cultura peruana.
Guillermo Falconí. (Canta, 1950).
Siguió estudios de antropología en San Marcos.
Poemas suyos se han publicado en Cronopios y Sol & Niebla y en la antología Yacana / 51 poetas.
Autor de Cazador de la noche.
BANGLADESH
(Memoria de dos mil años)
Y en el fondo de la niebla tu vida aparece
como un antiguo cuento.
Huele a tinta china y tiene el semblante
del Harlem Rag violeta.
Y has vivido tragando los vientos del sur
y los vinos del desierto
como un viejo busca fortuna en el fondo del mar.
Hoy escribo sobre ti
masticando chiclet y ajos en una estación
que da contra la muerte,
aquella que rota sus ojos negros alrededor de la Historia,
que busca tus abismos en
las plazas públicas de la ciudad
donde los patios coloniales
han oscurecido apestando a menta y Coca-Cola,
y mi mujer me abre sus piernas
para que yo respire el crepúsculo
de vuelta al mar y a su corazón.
Esta es la hora de la inmovilidad en otras manos,
la hora en que el sentido de las cosas
empieza a perfilarse entre las parturientas de
Munich, mujer.
MI PUEBLO
A la manera de Robert Frost
camino frotando mi corazón contra las piedras,
contra los árboles
y contra las rosas que cubren mis caminos.
Hacia algún lugar, con mi propio deseo
cruzo uno, dos e infinitos puentes
cubiertos de nieve.
Tibio, contemplo los arroyos,
y se cubren de blanco las cascadas.
Es mi pueblo,
mi pueblo hecho a la naturaleza como un trébol carmesí,
con su tempestad y su epopeya,
con aludes y sombras como todo ser en este país.
Por ejemplo, hoy puede ser un día de lluvia,
hoy podría ser yo mismo su tormenta,
escupir su cielo o ser la última piedra
que caiga de su rostro.
Pero seguiré pensando en su oscuridad,
en su respiración / en su respiración
de la cabeza a los pies.
EN EL VACÍO
Aquí hay angustia
las imágenes cruzan mi conciencia
lo mismo que los caminos del pasado
con todas sus posibilidades.
Pude haber muerto sin que fuera posible permanecer
en ese abismo
en el azar del vacío
y del espacio.
Hoy sucede todo lo contrario.
Mi embriaguez es una locura de astros infinitos
que el invierno
ha disfrazado en mi ojos.
Y yo amo su mejilla gris cuando derrama su corazón
en el mío
cuando la música y el genio del mar y los ríos
cruzan
el puente de San Juan
y se posan con sangre de mujer bajo las piedras.
Ahora estoy agitado…
……………………………………………………..
soy un corazón agitado
que va del sístole al diástole
ese movimiento sagrado para ti.
Por fin quiero la lluvia
la realidad
la eterna música del mar.
UN CARACOL EN LA NIEBLA
Siento que te fuiste hace tiempo.
Siento en ti el pasado,
esa soledad que no aparece ya en mis calles.
Siento que otra vez vuelve la luna para el recuerdo,
que los días que vendrán traerán el verano
y entonces estaré elucubrando que fuiste así / que así fuiste.
Las calles de mi ciudad entonarán su eco
(así fuiste, como la luna otra vez).
Y nosotros, los caracoles de la colina,
los germinales de agosto,
la duda,
la afirmación
y el frustrante deseo de querer siempre algo,
de estar aquí o en el sueño.
¡Oh descomunal vacío de esta noche!
POEMAS DE JUAN CARLOS LÁZARO
Juan Carlos Lázaro (Lima, 1952).
Ha publicado tres colecciones de poemas: Gris amanece la urbe del hambre (1987), La casa y la hojarasca (2001) y Entre la sombra y el fuego (2008).
Dirige el sello editorial Sol & Niebla.
Salí a deambular
Salí a deambular por la ciudad.
Luna llena y domingo.
Este soy yo –dije–, amante ciego
y loco como Edipo.
Basura. Suicidas. Perros vagos.
Yo y los fantasmas.
La ciudad era un ala de sombra.
Acaso un templo maya.
Besé a la luna. Y ofrecí
mi corazón al sacrificio.
La casa y la hojarasca
La hojarasca y el agua detenida
son todo lo vivo y lo real
de este patio y de esta casa.
El resto son fantasmas.
Que lo diga sino el centinela rojo
que dormita en el torreón de la esquina
y que sueña con la próxima batalla.
La sombra del general
se mueve tras las persianas.
Con él van su kepí, sus charreteras,
su sable, sus botas, su capa.
En su recámara crepuscular
a la luz de una vela escribe
con mano trémula: “A la patria…”
El caballo blanco relincha,
agita su cola en el aire
espantando a una mosca lunática.
Una criada vestida de luto, pálida,
prepara la mesa para la cena
a la que sólo acuden
entre candelabros dorados
el pasado, el polvo, la nada.
El resto son fantasmas.
El Ser y la Nada
En inhóspitos protíbulos de ultramar
donde el Amor se acuesta con la muerte
en una cama con forma de barco,
donde los hombres desnudan
sus almas frente a un espejo
y se descubren sin rostro
y sin huellas digitales,
donde el oscuro sexo
de las muchachas
palpita como un corazón
abandonado en
el alféizar de una ventana,
y tras la ventana
no hay otro paisaje que la lluvia
y un paraguas negro
desprendido de una mano,
y el aullido de los lobos
se escucha a lo lejos como
un himno que anuncia
la destrucción o
el desastre,
ahí exactamente
tú eres y yo soy
el Ser y la Nada
sin mascaras
y sin orgasmos.