domingo, 27 de junio de 2010

POEMAS DE GUILLERMO FALCONÍ

De: TERRA IGNEA

http://www.terraignea.blogspot.com/
Friday, Junio 25, 2010

Aproximación a la literatura y cultura peruana.
Guillermo Falconí. (Canta, 1950).

Siguió estudios de antropología en San Marcos.

Poemas suyos se han publicado en Cronopios y Sol & Niebla y en la antología Yacana / 51 poetas.

Autor de Cazador de la noche.










BANGLADESH

(Memoria de dos mil años)


Y en el fondo de la niebla tu vida aparece

como un antiguo cuento.

Huele a tinta china y tiene el semblante

del Harlem Rag violeta.

Y has vivido tragando los vientos del sur

y los vinos del desierto

como un viejo busca fortuna en el fondo del mar.



Hoy escribo sobre ti

masticando chiclet y ajos en una estación

que da contra la muerte,

aquella que rota sus ojos negros alrededor de la Historia,

que busca tus abismos en

las plazas públicas de la ciudad

donde los patios coloniales

han oscurecido apestando a menta y Coca-Cola,

y mi mujer me abre sus piernas

para que yo respire el crepúsculo

de vuelta al mar y a su corazón.



Esta es la hora de la inmovilidad en otras manos,

la hora en que el sentido de las cosas

empieza a perfilarse entre las parturientas de

Munich, mujer.



MI PUEBLO


A la manera de Robert Frost

camino frotando mi corazón contra las piedras,

contra los árboles

y contra las rosas que cubren mis caminos.

Hacia algún lugar, con mi propio deseo

cruzo uno, dos e infinitos puentes

cubiertos de nieve.

Tibio, contemplo los arroyos,

y se cubren de blanco las cascadas.

Es mi pueblo,

mi pueblo hecho a la naturaleza como un trébol carmesí,

con su tempestad y su epopeya,

con aludes y sombras como todo ser en este país.

Por ejemplo, hoy puede ser un día de lluvia,

hoy podría ser yo mismo su tormenta,

escupir su cielo o ser la última piedra

que caiga de su rostro.

Pero seguiré pensando en su oscuridad,

en su respiración / en su respiración

de la cabeza a los pies.


EN EL VACÍO


Aquí hay angustia

las imágenes cruzan mi conciencia

lo mismo que los caminos del pasado

con todas sus posibilidades.

Pude haber muerto sin que fuera posible permanecer

en ese abismo

en el azar del vacío

y del espacio.

Hoy sucede todo lo contrario.

Mi embriaguez es una locura de astros infinitos

que el invierno

ha disfrazado en mi ojos.

Y yo amo su mejilla gris cuando derrama su corazón

en el mío

cuando la música y el genio del mar y los ríos

cruzan

el puente de San Juan

y se posan con sangre de mujer bajo las piedras.

Ahora estoy agitado…

……………………………………………………..

soy un corazón agitado

que va del sístole al diástole

ese movimiento sagrado para ti.

Por fin quiero la lluvia

la realidad

la eterna música del mar.


UN CARACOL EN LA NIEBLA


Siento que te fuiste hace tiempo.

Siento en ti el pasado,

esa soledad que no aparece ya en mis calles.

Siento que otra vez vuelve la luna para el recuerdo,

que los días que vendrán traerán el verano

y entonces estaré elucubrando que fuiste así / que así fuiste.

Las calles de mi ciudad entonarán su eco

(así fuiste, como la luna otra vez).

Y nosotros, los caracoles de la colina,

los germinales de agosto,

la duda,

la afirmación

y el frustrante deseo de querer siempre algo,

de estar aquí o en el sueño.

¡Oh descomunal vacío de esta noche!


POEMAS DE JUAN CARLOS LÁZARO

Juan Carlos Lázaro (Lima, 1952).

Ha publicado tres colecciones de poemas: Gris amanece la urbe del hambre (1987), La casa y la hojarasca (2001) y Entre la sombra y el fuego (2008).

Dirige el sello editorial Sol & Niebla.











Salí a deambular



Salí a deambular por la ciudad.

Luna llena y domingo.

Este soy yo –dije–, amante ciego

y loco como Edipo.

Basura. Suicidas. Perros vagos.

Yo y los fantasmas.

La ciudad era un ala de sombra.

Acaso un templo maya.

Besé a la luna. Y ofrecí

mi corazón al sacrificio.


La casa y la hojarasca



La hojarasca y el agua detenida

son todo lo vivo y lo real

de este patio y de esta casa.

El resto son fantasmas.

Que lo diga sino el centinela rojo

que dormita en el torreón de la esquina

y que sueña con la próxima batalla.

La sombra del general

se mueve tras las persianas.

Con él van su kepí, sus charreteras,

su sable, sus botas, su capa.

En su recámara crepuscular

a la luz de una vela escribe

con mano trémula: “A la patria…”

El caballo blanco relincha,

agita su cola en el aire

espantando a una mosca lunática.

Una criada vestida de luto, pálida,

prepara la mesa para la cena

a la que sólo acuden

entre candelabros dorados

el pasado, el polvo, la nada.

El resto son fantasmas.


El Ser y la Nada



En inhóspitos protíbulos de ultramar

donde el Amor se acuesta con la muerte

en una cama con forma de barco,

donde los hombres desnudan

sus almas frente a un espejo

y se descubren sin rostro

y sin huellas digitales,

donde el oscuro sexo

de las muchachas

palpita como un corazón

abandonado en

el alféizar de una ventana,

y tras la ventana

no hay otro paisaje que la lluvia

y un paraguas negro

desprendido de una mano,

y el aullido de los lobos

se escucha a lo lejos como

un himno que anuncia

la destrucción o

el desastre,

ahí exactamente

tú eres y yo soy

el Ser y la Nada

sin mascaras

y sin orgasmos.

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